Hoy estoy
compartiendo un devocional de mi libro Wisdom
for Life. ¡Espero que lo disfrutes!
Estaba
sentada en una cafetería, estudiando el Salmo
66, intentando
entender el significado del versículo 18: “Si en mi corazón hubiera
yo abrigado maldad, el Señor no me habría
escuchado.”
¿Cómo puede
un Dios omnisciente y omnipresente dejar de escuchar?
Justo
entonces, una madre y su pequeña hija se sentaron a la mesa próxima a la mía. Podías
decir que se amaban mientras la pequeña niña se trepaba a la falda de su madre
y comenzaba a comer un gran muffin.
“No comas
pedazos tan grandes,” le advirtió su madre. “Te va a hacer mal.”
La niña miró
a su madre desafiantemente y se metió el resto del muffin en su pequeña boca.
“Tiempo
fuera,” dijo su madre, moviéndola de su falda a la silla de enfrente. “No me
escuchaste. Necesitas pensar sobre lo que has hecho.”
Con la boca
llena de muffin, la niña empezó a protestar.
“No estoy
escuchando,” le dijo su madre calmadamente.
Aha!, pensé.
Ese es el significado del versículo 18. Cuando desafiamos a Dios, Él nos pone
en un tipo de “tiempo fuera” para que podamos considerar lo que hemos hecho y
arrepentirnos.
Él aun nos
ama, pero deja de “escuchar” nuestras excusas hasta que estemos listos para
dejar nuestra rebelión y trepar de nuevo a Su regazo.
El salmista
entendía la importancia de la confesión y por eso es que proclamaba: “pero Dios sí me ha escuchado,
ha atendido a la voz de mi oración. ¡Bendito
sea Dios,
que no rechazó mi oración ni me negó su gran amor!” (vv.
19–20).
Para seguir pensando
¿Cómo 1 Juan 1:8–10; Juan 9:31; y Santiago 4:3 refuerza esta verdad de Salmo 66:18?
Inglés: I'm Not Listening
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