Habiendo vivido en Mainz, Alemania, entre 1979-1982 y
en Budapest, Hungría, del 2005 al 2010, pude ver de primera mano el daño
anterior y posterior del comunismo ateo que controló una gran parte de Europa
durante cuarenta años.
Aprendí tanto de las historias que la dueña de la casa
húngara compartió conmigo, incluso de detalles que parecían insignificantes.
Cuando vivíamos en Budapest las bananas estaban
disponibles fácilmente, pero durante el comunismo, no era así. La dueña de la
casa me contó que una vez atravesó la ciudad en ómnibus y esperó durante horas
en la cola para obtener dos bananas para sus hijos.
Doy tantas cosas por sentadas, cosas enormes como mi libertad para adorar y
cosas aparentemente insignificantes, como la disponibilidad de fruta fresca.
Dudo que alguna vez haya disfrutado tanto una banana como lo hicieron esa
señora y sus dos pequeños hijos con las dos que le llevó medio día para
comprar.
Pero cuando me tomo el tiempo para descubrir (“pelar
como una banana”) mis bendiciones, me sorprendo. Sólo piensa en la sencilla
banana. Dios la hizo deliciosa, la llenó de vitaminas y minerales, y la puso en
un envoltorio desechable y biodegradable. Dios ha puesto una increíble variedad
y propósito en toda Su creación. Él se deleita en hacer eso por nosotros (Apocalipsis
4:11),
y es una de las muchas maneras en que “Él nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos” (1
Timoteo 6:17).
Entonces, permíteme terminar con estas dos
reflexiones: oremos para que nuestros gobiernos dejen de alejarse de Dios, y
apreciemos genuinamente nuestras bendiciones de parte de Dios, incluso cosas
sencillas como las bananas (Salmo
103:2).
Inglés:Peeling Back the Blessings in Life—They're Everywhere!
Traducido por: Silvia Naviliat
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