Después de repetidas discusiones con un amigo o familiar, podríamos tener que
acordar no estar de acuerdo, pero no hasta que hayamos puesto lo mejor de
nuestra parte. La Biblia establece altos estándares sobre la reconciliación. Mateo 5:23-24 nos dice que ni siquiera podemos usar el ministerio como excusa
para evitarla.
Como
seguidores de Cristo, nosotros deberíamos:
1. Considerar
las necesidades, preocupaciones, y quejas de los demás, no sólo las nuestras (Filipenses 2:3-4).
2. Escuchar
cuidadosamente sin enojo (Santiago 1:19).
3. Perdonar a
aquellos que nos han ofendido (Colosenses 3:13).
Aún si
estamos confrontando a un hermano creyente por un pecado, deberíamos hacerlo “con
gran paciencia y cuidadosa enseñanza” (2 Timoteo 2:24-26; 2 Timoteo 4:2).
Antes y
durante una discusión difícil, deberíamos preguntarnos si nuestras palabras y
acciones están transmitiendo “compasión, bondad, humildad, gentileza y
paciencia” (Colosenses 3:12).
“Y sobre
todas esas virtudes [deberíamos] vestirnos de amor.” Colosenses 3:14
Nuestra fe es probada por la forma en que
respondemos a las relaciones difíciles. Hagamos que nuestro Señor esté
orgulloso de nosotros y demos lo mejor.
Inglés: Biblical problem solving
Traducido por: Silvia Naviliat
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