A los 19, Feng se unió a la Boxer Revolution para matar extranjeros en su China natal. Lleno de odio, él ayudó a masacrar misioneros cristianos, a sus hijos y a chinos convertidos.
Pero dos incidentes en particular lo perseguían.
En una ciudad, una mujer llamada Miss Morrell se paró frente al campamento misionero y preguntó si podía dar su vida para salvar las de los demás. Aunque los Boxers los asesinaron a todos, Feng quedó impresionado por el amor sacrificial de Morrell.
En otro lugar, Feng fue tocado y quedó perplejo cuando un misionero consolaba suave y calmadamente a su hijo mientras eran enterrados vivos.
Feng no pudo descansar hasta conocer más sobre el Dios que inspiraba tanta paz y amor en Sus seguidores, y Feng terminó entregando su vida a Cristo.
A pocos de nosotros se nos pedirán sacrificios como los de Miss Morrell y ese padre anónimo, pero ellos deberían inspirarnos (Hebreos 12:1) y hacer que nos preguntemos "¿Qué podría estar pidiéndome Dios que sacrifique por el Evangelio?"
Para algunos, eso significará ajustar nuestro presupuesto y sacrificar algo para apoyar la obra de Dios o sacrificar tiempo y otros recursos. La mayoría de nosotros nunca nos desafiamos a abandonar cosas que nos cuesten algo. Yo me siento confrontada por estos ejemplos y espero que tú también.
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Esta historia se encuentra en Jonathan Goforth, An Open Door in China. Después de su conversión, Feng trabajó con Goforth.
Inglés: Their love destroyed his hatred
Traducido por: Silvia Naviliat
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