Dios
le dio a Jeremías verdades duras de proclamar, y Jeremías dijo:
“Cada vez que hablo es
para gritar: «¡Violencia! ¡Destrucción!».Por eso
la palabra del Señor fue cada día para mí una
deshonra y una burla. Si digo: «No me acordaré más de él ni hablaré más en su
nombre»;
entonces su palabra es en mi
corazón como un fuego, un fuego ardiente que penetra hasta los huesos.
He hecho todo lo posible por
contenerla, pero
ya no puedo más.” Jeremías
20:8-9
¿Alguna vez sientes ese “fuego”?
Cuando alguien insiste en que hay muchos caminos a
Dios, ¿te sientes impulsado a
explicarles que el único camino de salvación es a través de Jesús (1
Juan 5:10-12)?
Cuando alguien
insiste en que no hay reglas para la intimidad sexual, ¿te sientes
impulsado a explicarles que Dios creó el sexo exclusivamente para la unión
matrimonial de un hombre y una mujer, y que todos los otros estilos de vida
causan daño a nuestras almas (1
Corintios 6:9-10)?
Cuando alguien dice
que Jesús nunca abordaba los pecados de la gente, ¿te sientes
impulsado a corregir su error? (Mateo 4:17; Juan 7:7).
Hacer estas cosas no nos hará populares (Juan
15:18-19).
Pero no podemos quedarnos en silencio mientras tantos caminan hacia su muerte. Debemos compartir las buenas noticias de Cristo.
Jeremías dijo que la palabra de Dios estaba en su
corazón “como un fuego” que no podía contener adentro. ¿Podemos decir lo mismo?
Oro para que siempre me preocupe más la reputación del
Señor que la mía.
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