CÓMO decimos
“lo siento” es sumamente importante.
Podemos disculparnos:
1. Sin una pena sincera.
2. Junto con una excusa.
3. Echándole la culpa a otro.
4. Con una actitud de autojustificación.
Estas cosas demuestran que no estamos arrepentidos.
Cuando
somos confrontados con un pecado, deberíamos:
1. Pedirle a Dios que nos muestre
específicamente qué hicimos mal.
Por ejemplo: “¿Me perdonas por haber sido crítica y enojadiza
hoy?”
No: "Si hice
algo que te molestó hoy, perdóname."
No: "Perdón, no he estado en mi mejor día."
No: "Perdón si te molesté. Es que así es la forma en la que me
expreso."
2. Recordar que el
perdón es un regalo que no merecemos.
El perdón siempre es un regalo inmerecido de Dios y de
la persona a la que ofendimos. Nunca deberíamos demandar el perdón o esperar
que una persona “lo supere” fácilmente.
3. Permitir algo de
tiempo entre nuestra disculpa y una discusión si es necesario.
Es importante trabajar las cosas y
reconciliarse, pero el momento es importante. Las explicaciones que siguen
inmediatamente a una disculpa pueden sonar más como excusas.
Entonces, la próxima vez que estemos equivocados ofrezcamos una disculpa
sincera y sentida. El Señor quiere
ayudarnos a hacer eso. Y es importante para nuestra relación
con el Señor y con los demás.
Inglés: How Not to Say "I'm Sorry"
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