Admito que la tecnología ha disminuido mi nivel de paciencia, y si eres
honesto, pienso que tú admitirías que también es cierto para ti.
Un estudio demostró
que el 25% de los usuarios de internet saldrán de un sitio si tienen que
esperar cinco segundos para descargar un video. A los diez segundos la mitad se
han ido.
Si esta impaciencia solo afectara
nuestro uso de internet, no sería tan malo. Pero esto infecta cada área de
nuestras vidas.
Leemos
menos, ahorramos menos dinero, y tenemos más problemas con los objetivos a
largo plazo y las recompensas tardías.
Y aquí está la ironía: la única forma en
la que desarrollamos paciencia es a través de situaciones que nos fuerzan a
esperar, situaciones en las que no tenemos resultados inmediatos, situaciones
que nos fuerzan a “practicar” el aguante, la tolerancia, la persistencia, la
resistencia y por último la paciencia.
En
realidad, ninguno de los frutos del Espíritu salen naturalmente, ya sea que
hablemos del “amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad
(o) dominio propio” bíblicos. (Gálatas
5:22-23).
Entonces la próxima vez que estés
esperando al descargar algo, por qué no recitas uno de los pasajes a continuación:
Romanos
12:12 – “Alégrense en la esperanza, muestren
paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.”
Gálatas
6:9 – “No nos cansemos de hacer el bien,
porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.”
Filipenses
4:6-7 – “No se preocupen por nada;
más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios
y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
Colosenses
3:12 – “Por lo tanto, como pueblo escogido de
Dios, santo y amado, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad,
amabilidad y paciencia.”
1
Tesalonicenses 5:14 “ Hermanos, también rogamos que amonesten a los
holgazanes, estimulen a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes
con todos.”
Inglés:
The Evolution of Patience
Traducido por: Silvia Naviliat
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