En Mateo 21:23-27, los
fariseos estaban cuestionando la autoridad de Cristo. En vez de responder sus
preguntas, Él les hizo una pregunta.
Pero ellos no respondían porque no había manera de
responder sin revelar sus planes impíos de desacreditar a Cristo.
Inmediatamente después, Jesús compartió una historia
sobre la fe verdadera y la falsa fe externa (Mateo 21:28-32).
En esta historia, el padre le pidió a sus dos hijos
que trabajaran para él en su viñedo. El primer hijo dijo que no lo haría, pero
después cambió de opinión y lo hizo. El segundo hijo dijo que lo haría, pero no
actuó en consecuencia.
Jesús comparó al primer hijo con los recolectores
de impuestos y prostitutas que se volvieron de su pecado y siguieron a Jesús. Y
comparó al segundo hijo con los fariseos que decían server a Dios pero en
realidad se servían a sí mismos.
El primer hijo simbolizaba el arrepentimiento genuino
que involucra un cambio de mente y de propósito.
El Segundo hijo simbolizaba a aquellos que decían
las osas correctas pero no las vivían.
Todos podemos tener un poco del segundo hijo en
nosotros si no tenemos cuidado. Asegurémonos
de que nuestra fe sea más que palabras.
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