No tenemos que ser amigos íntimos de todo el mundo.
De hecho, se nos dice que evitemos a las personas que pueden corromper nuestro
carácter (1 Corintios 15:33).(1)
Pero
necesitamos aprender a llevarnos bien con la gente, especialmente con nuestros
colegas y familiares.
La familia es
la mayor prioridad porque Dios nos colocó en nuestra familia para Sus
propósitos.
Si lidiamos
con familiares que son físicamente abusivos, adictos a las drogas, o están
involucrados en conductas criminales o autodestructivas, necesitamos tomar las
precauciones necesarias.(2)
Pero hay una
tendencia popular que contradice a las Escrituras y daña relaciones: es la
tendencia a poner “límites” en vez de trabajar en los problemas en las relaciones.
Lo que se dice es que nos “protege” de las malas influencias, pero en realidad
nos protege de la madurez. Nos impide aprender cómo lidiar con gracia con gente
manipuladora sin ser manipulados. Nos impide aprender cómo ignorar la crítica
injusta y aceptar la corrección legítima.
En verdad,
las personas más difíciles y menos razonables son aquellas que evitan las cosas
que los ayudaría a madurar. Nunca aprenden cómo
perdonar,perseverar, y reconciliarse. Lee Proverbios 18:1.
Es mucho más
fácil sacar a las personas de nuestra vida que aprender a llevarnos bien con
ellas, pero eso nos entrena para el egoísmo en vez de para la justicia (Romanos 5:3-5).
“Si en el día de la
aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza.” Proverbios 24:10
💙 💙
(1) Si un
amigo nos está presionando para hacer el mal y no para cuando se lo advertimos,
necesitaremos cortar el contacto. Nuestros compañeros cercanos deberían ser
personas piadosas, pero eso no significa que cortemos el contacto con alguien simplemente
porque no estamos de acuerdo con esa persona. Lee 1 Corintios 5:9-10. Estos pasajes
también nos dicen que busquemos la reconciliación y perseveremos en las
relaciones difíciles: Mateo 5:23-24, Mateo 18:21-22, y Romanos 12:9-21.
(2) Hay
momentos en que deberíamos hacer cumplir ciertas “pautas”, pero no límites. Por
ejemplo, deberíamos ayudar a quienes no pueden trabajar, pero no a quienes se
rehúsan a trabajar (2 Tesalonicenses 3:10). Deberíamos rehusarnos a participar en cualquier cosa impía (2 Corintios 6:14; Efesios 5:1-20).
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