Los historiadores nos cuentan que había dos muros que rodeaban Jericó, uno de
3,6 mts de ancho, otro de 1,8 mts de ancho.
Las casas como la de Rahab eran construidas sobre tablones robustos que hacían
de puente uniendo el espacio de 4,5 mts que había entre los dos muros.
Dios les dijo a los israelitas que conquistaran Jericó
de una manera. Ellos tocaron bocinas y marcharon alrededor de la ciudad durante
seis días. Luego, el séptimo día, gritaron al unísono y los muros se cayeron.
Imagina la vista mientras los muros se transformaban en polvo y
escombros, con una pequeña sección del muro que quedó intacta, una sola casa de
cuya ventana colgaba un cordón escarlata.
¡Qué buena imagen del contraste entre la fuerza y seguridad del Señor, sólidos
como roca y los engaños del mundo que se desmoronan!
Preguntémosle
a Dios si hemos construido alguna parte de nuestras vidas sobre valores que se
desmoronan y filosofías falsas.(Colosenses 2:8).
Él nos puede ayudar a reconstruir sobre la Roca sólida que es Cristo (Mateo 7:24-27).
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La historia de Rahab: Josué capítulos 2 & 6.
Traducido por: Silvia Naviliat
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