Proverbios 30:11-14 describe un problema que es cada vez mayor en nuestra cultura:
“Hay quienes maldicen a su
padre y no bendicen a su madre. Hay quienes se creen
muy puros, pero no se han purificado de su impureza. Hay
quienes se creen muy importantes, y a todos miran con desdén. Hay
quienes tienen espadas por dientes y cuchillos por mandíbulas; para devorar a los
pobres de la tierra y a los menesterosos de este mundo.”
Sistemas
completos de consejería secular y “cristiana” se basan en juzgar a nuestros
padres, culparlos por nuestros problemas, y limitar nuestro relacionamiento con
ellos. Esto no debería sorprendernos porque a Satanás siempre le ha gustado que
nos perdamos las promesas de Dios, y hay una enorme promesa unida a la honra a
nuestros padres (Efesios 6:2-3).
Nuestra
cultura moderna parece pensar que cuando Dios ordena algo, esto será fácil,
como que Dios nos recompensa por hacer cosas que no nos cuestan nada (Proverbios 24:10; Hebreos 12:1-3).
Si, honrar a
nuestros padres podría obligarnos a abandonar algunos de nuestros propios
deseos y honrar los de nuestros padres (Filipenses 2:1-5). Puede significar negarnos a nosotros mismos (Mateo 16:24). Puede incluir enfocarnos
en lo bueno que tienen nuestros padres y perdonar lo malo (Filipenses 4:8). Incluso podría
significar devolver bien por mal (Romanos 12:21).
Si quieres
ver cuán en serio toma alguien su fe, pregúntale como trata a sus padres.
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Inglés: Pure in Our Own Eyes: Refusing to Honor Our Parents
Traducido por: Silvia Naviliat
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