Meditar en el amor y el sacrificio de Cristo pone nuestro propio sufrimiento en perspectiva...
Cuando imaginamos a Cristo en la cruz, sufriendo, torturado,
crucificado…no hay nada agradable en las imágenes que vienen a nuestra mente (Mateo 27:32-56).
Pero el mensaje en esa terrible muerte es el mensaje más maravilloso de todos
los tiempos, la salvación de nuestras almas (Juan 3:16).
Es un mensaje que desafía cualquier queja que tengamos sobre nuestro
sufrimiento personal (Romanos 12:1).
"Cualquier discusión de cómo el dolor y el sufrimiento encajan en el
plan de Dios, al final nos lleva de regreso a la cruz.” ― Philip Yancey
Cualquier injusticia que nos moleste,
no es tan grande como la injusticia de un Dios perfecto muriendo por nuestros
pecados.
Cristo no sólo sufrió por nosotros, Él entiende nuestro sufrimiento de primera
mano (Hebreos 4:15).
Podemos confiar en Él con nuestras preguntas sin respuestas sobre el
sufrimiento porque Su muerte compró una eternidad sin dolor para aquellos que
creen (1 Corintios
13:12; Apocalipsis 21:4).
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Traducido por: Silvia Naviliat
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