En Juan
9:35-41,
Jesús oye que el hombre que Él había sanado fue insultado por los fariseos por
defender a Jesús. Entonces Jesús lo encuentra y le pregunta:
—¿Crees en el Hijo del hombre?
Él respondió:
—¿Quién es, Señor? Dímelo, para que crea
en él.
—Pues ya lo has visto —contestó
Jesús—; es el que está hablando contigo.
—Creo, Señor —declaró el hombre.
Y postrado lo adoró.
Entonces Jesús dijo:
—Yo he venido a este mundo para hacer justicia, para
que los ciegos vean y los que ven se queden ciegos.
Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le
preguntaron:
—¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos
ciegos?
Jesús les contestó:
—Si fueran ciegos, no serían culpables de pecado, pero
como afirman que ven, su pecado permanece.
¿Qué podemos aprender de este pasaje?
1. Aunque las señales y maravillas
servían a un propósito mayor al probar que Cristo era el Mesías, Jesús se
preocupó profundamente por el hombre que sanó.
2. El hombre sanado fue presionado
fuertemente a negar a Jesús, pero se rehusó. Estoy segura que esta fue una
parte importante del proceso que lo llevó a una fe verdadera.
3. El Salvador del mundo estaba mirando
a los fariseos a la cara, y con sus ojos bien abiertos ellos rechazaron a Cristo.
Viendo las cosas claramente, eligieron ser
ciegos. Los
fariseos prueban que cualquiera que rechaza a Cristo no tiene excusa (Romanos
1:20). Ellos
han elegido ser ciegos.
Inglés: The Choice to Be Blind When Christ Offers Sight
Traducido por: Silvia Naviliat