Un niño de cuatro años, una vieja máquina de escribir, una verdad espiritual

 

Me hizo sonreír


Como escritora, amo las viejas máquinas de escribir, y tengo una antigua de adorno en mi oficina.

Cuando mis nietos eran pequeños, les di instrucciones de no jugar con ella. Yo sé lo emocionados y descuidados que pueden ser los niños juguetones y tenía miedo de que la pudieran dañar.

Pero nunca olvidaré el día que mi nieto de cuatro años se paró al lado de la máquina de escribir y dijo: “ Abuela, a veces mi mano solo se mueve por ahí y juega con la máquina de escribir”.

Intenté no reírme, pero no pude evitar sonreír cuando le dije que tendría que controlar su manito. Su confesión de un niño de cuatro años fue una excelente ilustración de las excusas que los humanos usamos para justificar nuestros pecados. 

Él en realidad no admitió su falta. Era su mano el problema, no su corazón.

Nosotros los humanos somos grandiosos en echar la culpa a otro, excusarnos, esquivar y redefinir nuestros pecados. Lo vemos en la cultura cuando las personas niegan el obvio disño de la creación, enorgulleciéndose de conductas dañinas. Y, si somos honestos, a veces también lo vemos en nosotros mismos.

1 Juan 1:9-10 nos dice que cada vez que excusamos o redefinimos el pecado, estamos llamando a Dios mentiroso, una seria advertencia.

Inglés: A Four-year-old, an Old Typewriter, a Spiritual Truth

Traducido por: Silvia Naviliat

Una situación divertida confirma una interesante verdad espiritual.


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