Ellos lo tiraron a un pozo y se sentaron a disfrutar su almuerzo.
Tal vez los gritos de José pidiendo misericordia los
molestaba, por eso lo vendieron como esclavo en vez de matarlo. Por los
siguientes veinte años , ellos vieron a su padre sufrir la “muerte” de José pero nunca se arrepintieron ni intentaron
rescatar a José (Génesis
37).
¿Qué
impulsó a estos hermanos? La envidia y los celos. Estos hermanos no estaban
contando sus endiciones. Estaban contando las bendiciones de José y sintiendo
que ellos no tenían lo suficiente.
Vemos a la envidia y los celos causando problemas a
través de la historia. “Por envidia” ellos crucificaron a Cristo (Mateo
27:18). “Llenos
de celos” ellos rechazaron la enseñanza de los apóstoles (Hechos
13:45).
Es fácil reconocer estos motivos malvados en la
historia o en crímenes de pasión en las noticias.
Pero también tienen
efectos secundarios más sutiles:
·
Flirteos
extramaritales
·
Difamamos a amigos o familiars que
tienen talentos o posesiones que nosotros no tenemos.
·
Deuda consumista—comprar cosas que no
podemos pagar porque queremos las cosas que otros tienen.
·
Autocompasión y
egocentrismo
Una forma de evitar la envidia y los celos es
deliberadamente tomar tiempo cada día para ofrecer oraciones de agradecimiento
por las cosas que tenemos (1
Tesalonicenses 5:16-18).
Entonces asegurémonos de contar nuestras bendiciones y
enfocarnos en la presencia de Dios en nuestras vidas.
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