Algunos cristianos creen que podemos hacer el evangelio más atractivo si
dejamos de hablar del pecado. Pero no encontramos esta actitud en las Escrituras.
Jesús no
dijo: “No se preocupen por sus pecados porque el reino de los cielos se ha
acercado”. Él dijo: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17).
Todo lo que Jesús hizo fue perfecto, amoroso, y justo, y Él habló abiertamente
contra el pecado.
Cuando unas personas le pidieron a Jesús que les explicara porque otras
personas habían muerto en un accidente, Él no los consoló. Les dijo: “¿Piensan ustedes que esos
galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? ¡Les digo que no! De la
misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan” (Lucas 13:1-5).
En Juan 8:21-24 Jesús
estaba hablando con unos incrédulos y les dijo: “ A menos que crean que YO SOY
quien digo ser, morirán en sus pecados”.
A las personas les gusta pensar de Cristo como alguien que andaba reafirmando
a las personas, pero Jesús solo salva a personas que reconocen su pecado y se
dan cuenta de que necesitan un Salvador:
“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” ~Jesús, Lucas 5:32
Jesús les explicó a sus hermanos incrédulos que el mundo lo odiaba por decirles
que eran pecadores (Juan 7:7).
Cuando compartimos de Cristo con otros, el Espíritu de Dios nos guía.
Hay veces en las que sutilmente plantamos la semilla, pero no podemos llevar a
nadie a Cristo sin explicarle su necesidad de arrepentirse.
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