Dios llamó a Jeremías a una edad joven y le dijo francamente que la mayoría de las personas lo rechazarían cuando hablara los mensajes de Dios (Jeremías1:4-8 ; 1:17-19).
Entonces Jeremías pasó su vida advirtiendo a las personas de la destrucción que les sobrevendría mientras ellos se oponían, se burlaban, lo rechazaban y lo metían preso (Jeremías20:8-9).
Cuando se comprobó que la palabra de Dios era verdad y el ejército babilónico estaban llevando a los judíos a la cautividad, el comandante reconoció a Jeremías como el que había profetizado la cautividad. Por eso, le ofreció a Jeremías la libertad y una vida cómoda en Babilonia (Jeremías40:1-4).
En lugar de eso Jeremías usó su libertad para regresar como profeta al remanente obstinado que quedó atrás en la vencida ciudad de Jerusalén (40:6).
Jeremías sabía que no sería fácil (y no lo fue), pero él entendía esta verdad del Nuevo Testamento:
“ Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo?” Lucas9:24-25
Queridos cristianos, elijamos los propósitos de Dios aún cuando se nos opongan e incluso aún cuando se nos ofrece una salida fácil.
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Traducido por: Silvia Naviliat
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