A través de toda la historia humana, Dios pacientemente ha
advertido a las personas que se vuelvan del mal. Y la humanidad consistentemente ha ignorado las advertencias de Dios.(1)
Imagina lo apenado que estaba Dios cuando la humanidad se volvió tan malvada que todo lo que la gente pensaba o deseaba era pecaminoso (Génesis 6). Para impedir que el mundo se volviera permanentemente malvado, Dios envió el diluvio, salvando al justo Noé.
Dios nunca castiga a personas o a naciones hasta que les ha dado todas las oportunidades posibles. Él sabe exactamente cuándo ellos han endurecido completamente sus corazones, cuándo ellos han alcanzado “la medida completa de su pecado” (Génesis 15:16).
La ira de Dios no es como el enojo humano. Es en el tiempo perfecto, completamente justificado, y completamente merecido. Él entiende con exactitud cada pecado secreto, cada circunstancia, y cada intención de nuestros corazones.
Dios preferiría salvarnos (1 Timoteo 2:4), pero Él no permitirá que el cielo se llene de aquellos que rechazaron Su gracia. Él enviará a los que testarudamente no se arrepientan al infierno (2 Pedro 2:4-9).
Nunca deberíamos subestimar la increíble gracia y misericordia de Dios, ni tampoco el propósito y la perfección de Su santa ira (Romanos 1:18-20).
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(1) Lee Salmos 103:8-18 .
Nota: Dios también disciplina a sus hijos para que vuelvan al camino recto (Hebreos 12:5-11; Apocalipsis 3:19).
Inglés: God's patience and limits
Traducido por: Silvia Naviliat
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